viernes, 3 de junio de 2011

¡Al rico político asesino!

Que vivimos en un mundo complejo no hay duda. Que vivimos en un mundo injusto tampoco. Tenemos miles de pruebas de ellos en cada país, a cada minuto. Esto es fácil de decir, es sencillo de transformar en palabras, pero yo creo que hoy es el momento de dar un paso más allá. El momento de buscar culpables. Hoy es el día de hablar claro y decir, de gritar a los cuatro vientos, que nuestros dirigentes son unos asesinos. Con todas sus vocales A-S-E-S-I-N-O-S.

Cristo Rodríguez

No entraré en el discurso simplista de que todas y cada uno de ellos está metido en asuntos turbios que acaban cada día con cientos de muertos repartidos por todo el mundo. No hablo sólo de las “incursiones militares” o de las “políticas de seguridad” a las que los políticos juegan como si de piezas de ajedrez, y no de vidas humanas, se tratase. Hablo de algo mucho más sutil, una mano negra que se cobra cada día cientos de muertos en nuestras ciudades y pueblos, casi sin que nos demos cuenta. De una forma clara y abierta he decir lo que pienso y esto es que esos políticos que nos dirigen están detrás de cada suicidio que ocurre en el mundo. Todas esas persona que en silencio han ido acumulando complejos y problemas que los han llevado a la muerte no han sido asesinados por sus propias manos, sino por las manos de los dirigentes que gobernaban sus países.

Muchos pensarán que hago demagogia, no voy a decir que no, pero para justificar mi argumento voy a exponer unos cuantos ejemplos tan sencillos o obvio que me harán parecer estúpido. Todo ello para que sea entendido mi argumento de la forma más clara posible.

La chica que muere por no querer comer. La anorexia a la cual la empuja el modelo (comercial) de chica perfecta explotado por las grandes empresas de belleza y moda y no controlado por nuestros políticos ya que “tienen problemas más graves que resolver” o por miedo a meterse con las grandes corporaciones de la industria textil.

El padre de familia que tira de un quinto piso porque no tiene como darle de comer a su prole ya que los gobernantes no han protegido su derecho al trabajo porque era más sencillo y ventajoso económicamente proteger a la gran empresa que ha decidido despedirlo.

El joven gay que se corta las venas porque tiene que aguantar, durante años, el acoso de sus compañeros de colegio e instituto. Mientras tanto las instituciones no han hecho nada para evitarlo porque “sólo son una minoría”.

Los cientos de jóvenes que mueren cada año sumergidos en paraísos artificiales que los ayudan a escapar de la crueldad del mundo en el que viven. Jóvenes que crecieron en un país que les hizo multitud de promesas que no ha querido satisfacer porque era más rentable venderse a los poderes económicos que a los sociales.

Estos cuatro casos son sólo una pequeña demostración de cómo los estados del mundo entero, incluidos los más “justos”, tienen las manos manchadas de la sangre de sus ciudadanos. Gobiernos que no nos protegen del bombardeo excesivo de la publicidad, que no nos protegen de la especulación de los mercados. Gobiernos que son autoritarios con sus ciudadanos reprimiendo duramente sus protestas, pero que no mueven un dedo cuando se trata de parar las injusticias empresariales tales como los escándalos de Telefónica o France Telecom.

Para ellos, todos estos casos, no son más que números que contabilizan sus centros nacionales de estadística. La mayor parte de los fallecidos, para más inri, no son ni siquiera registrados por los medios de comunicación locales.

Por todo ello. Esos políticos deben ser juzgados por crímenes contra la humanidad o contra la ciudadanía o, como mínimo, ser juzgados por homicidio involuntario. Puesto que, a su manera, están cometiendo crímenes tal y como en su día otros muchos dictadores que poblaron el planeta. Estos lo hicieron en nombre de sus dictaduras y los de ahora lo hacen en el mismo nombre, sólo que para referirnos a ellos el apelativo debe cambiar. Acusemos de asesinato a estos gobernantes de “dictaduras silenciosas”, mucho más perniciosas que las anteriores ya que, debido a su difícil reconocimiento, es más complicado levantarse contra ellas.

1 Comentário:

Anónimo dijo...

Estoy totallllmente de acuerdo con tu analisis... efectivamente es mucho mas dificil luchar contra algo si ni siquiera eres consciente que existe... estas sutiles dictaduras tan bien disfrazadas de deocracia son lo peor que le puede pasar a la Humanidad!!!

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