martes, 25 de enero de 2011

Derechos de autor Y otras disertaciones

A vueltas estamos con la ley Sinde, otra vez. Hace algunas semanas publicaba El País el enfado de diversos "creadores" por la no aprobación de la multicacareada ley. Esta rabieta de niño consentido y el movimiento de los diferentes colectivos, a favor y en contra, me ha obligado a pensar sobre el tema y a plantearme por qué no siento ningún tipo de culpabilidad a la hora de realizar descargas o ver contenido streaming desde alguna de esas páginas que cerrarán.

Por Cristo Rodríguez

Para comenzar decir que en mi vida tengo diversas y variadas profesiones (podólogo, actor y periodista). Todas ellas con títulos que las avalan y en todas ellas me siento creador. Cuando trabajo con un pie eliminando dolores, embelleciéndolos o creando aparatos ortopédicos para mejorar o recuperar su salubridad, me siento creador. Cuando me introduzco de lleno en un proyecto teatral, cuando pienso sobre una texto, cuando me asocio para trabajar sobre una pieza, salga a flote o no, me siento creador. Cuando escribo un artículo, crítica o simplemente un post para mi blog, me siento creador. Pero, sin embargo, en ninguna de estas facetas me defiende ni la SGAE, ni el gobierno, ni la ministra de cultura, ni la futura "ley Sinde" que desgraciadamente, de una u otra forma, saldrá adelante.

No nos dejemos engañar (ni mucho menos que nos hagan sentir como delincuentes) ni por lo políticos ni por los "artistas". El intelecto no tiene dueño y los conocimientos ya sean científicos u artísticos no deben protegerse en favor de una persona o colectivo exclusivamente. Muy al contrario, deben ser libres para el uso y disfrute de todos.

¿Qué opinaríamos si nos dijeran que un medico no puede salvar nuestra vida porque no esta dispuesto a pagar derechos de autor al señor que invento la técnica que él debe utilizar para salvarnos? En la ciencia el conocimiento se comparte, los grupos científicos internacionales están en "comunicación" en sus estudios. Por supuesto no se ofrecen información relevante hasta su publicación, ya que aquí lo que cuenta es el prestigio de lo publicado, pero si se comunican e intentan (en la medida de lo posible) no solaparse en las diversas investigaciones, ya que seria una perdida de tiempo, recursos, dinero y capacidad intelectual.

Por otro está el tema de los actores (muchos de los cuales apoyan esta ley no se muy bien porqué). ¿Son menos creadores y por ello tiene menos "propiedad intelectual" que directores, cantantes o escritores? ¿Porqué no hay una ley que proteja a las pequeñas compañías de los impagos de ayuntamientos, que es el cáncer que las esta destrozando?

Estas solo son algunas de las preguntas que discurren por mi cabeza. Las de otras cabezas pensantes están aquí.

Lo que también me sorprende enormemente es la incoherencia del gobierno. Con ello me refiero, por poner un caso candente, a cómo es posible que este gobierno que nos quiere hacer trabajar hasta los 67 años, nos pretenda convencer de que unos pocos privilegiados (sin oficio ni beneficio, como diría mi abuela María) puedan trabajar hasta la treintena y después retirarse para vivir de las rentas "intelectuales" hasta su muerte. Y, si ya nos ponemos a hablar de los familiares, véase las sobrinas de Lorca (¿pero qué derecho tienen esas señoras a cobrar por lo que hizo su tío?).

Bajo mi humilde punto de vista, esta ley sólo sirve para proteger a la industria y no a los creadores. Hace poco hablaba con un amigo sobre esta ley, la SGAE y demás y él estaba indignado con el mamoneo "intelectual property", él es un pequeño creador que lleva años trabajando y al cual no lo sigue una legión de quinceañeras ardientes que se mueran por sus huesos. Resumiendo, las discográficas no lo quieren y él se tiene que producir sus propios discos. Resumiendo de nuevo, unos dos euros por disco con todo incluido, el mismo aspecto que un CD de gran empresa. Y por supuesto no quiere que la SGAE lo proteja de nada, que para eso ya tenemos una ley de propiedad intelectual que nos ampara.

Y si ya tenemos una ley ¿Por qué hacer otra? Pues por lo mismo, para aumentar el poder coercitivo del gobierno y proteger aún más a las grandes compañías y al lobby SGAE que cada vez es más grande. A saber, la mayor concentración de teatros nacionales y algún que otro internacional agrupados bajo el nombre de Arteria y muchas perlas opacas más. Porque, por supuesto, esta ley no protege a esos más de cuatro millones de parados y sus familias que tiene nuestro país y que no pueden permitirse el acceso a la cultura, algo que debería ser facilitado por el gobierno. Dentro de poco ese espacio, el primero realmente socialista (a veces casi anarquista) de la historia, quedará reducido a una dictadura más.

Algunos dirán que si queremos cultura gratis acudamos a las bibliotecas públicas y yo me pregunto. ¿Que diferencia hay entre acudir a una biblioteca pública a leer un libro, ver una película o escuchar un disco y bajármelo en mi casa para hacer lo mismo? No sería lógico, en la era digital, que esa misma biblioteca me permita realizar las mismas acciones de forma digital que análoga (léase: desplazándome hasta la dichosa biblioteca). Y si ella no lo hace, ¿no es igual de lógico que otra página me ofrezca los mismos servicios? Y ¿no sería bueno que la SGAE regalase una edición de cada libro y disco que en ella se registra para que todos, los que tienen dinero y los que no, podamos disfrutar de esa cultura que ellos defienden tanto?

También está el tema de los estrenos, en el cine, ya que en la industria del disco las bibliotecas públicas deberían estar actualizadas ya que no tiene sentido retrasar la entrada de un disco en una biblioteca pública (el único sentido de nuevo sería el beneficiar a la empresa privada). A esto sólo cabe una respuesta el cine tiene que ofrecer productos de calidad con un añadido. Ahora el cine tiene que competir con las series televisivas cuyos guiones son cada vez más perfectos y cuyo nivel técnico llega a los mismas cotas que en el cine. Además, si puedo ver la película igual en mi casa que en el cine ¿por qué pagar casi 10 €? De nuevo la solución la tienen que buscar las grandes compañías cinematográficas. Quizá es el momento de que el cine muera como industria y se convierta en un producto artístico real y quizá, en ese momento, las salas de cine se llenen de nuevo. Al fin y al cabo yo no conozco a nadie que prefiera ver Las Meninas en una réplica, fotocopia o la pantalla de su ordenador a verlas en El Museo Del Prado.

Con respecto a la protección de las multinacionales solo decir que este gobierno, al igual que otros, ha visto caer cientos de PIMEs víctimas de las circunstancias económicas o de los cambios en el consumo y, en ningún momento, nunca nunca ha hecho nada para salvarlas. No ha sido así en el caso de algunas grandes empresas privadas o, como ahora, la industria discográfica y la cinematográfica americana.

Por hoy no diré más. Como es un post igual mañana incremento el contenido. Ahora sólo dejar con un par de grandes comentarios-acciones de algunas figuras de nuestro país.

Rodríguez Ibarra.

Pastora Soler.

Alex de la Iglesia.

Mix.

Simona Levi.


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