domingo, 6 de marzo de 2011

Nuevo orden multicultural

Aquí estamos de nuevo, enfrentándonos, una vez más, a las grandes retos del mundo. Pero, esta vez, con la batalla más perdida que nunca. Últimamente, con todo lo que está cayendo, hemos podido observar a nuestro alrededor un retroceso en cuanto a la multiculturalidad se refiere. Si bien nuestro mundo nunca ha sido realmente multicultural, en cuanto a lo que la palabra sugiere poéticamente, ahora lo es menos que nunca.

Por Cristo Rodríguez

Absortos nos enfrentamos a los acontecimientos y revueltas que están teniendo lugar en el mundo. Anonadamos nos quedamos al ver la pasividad política y, aunque estemos realmente apenados y queramos que esas personas que están luchando por sus derechos finalmente los logren, queremos que lo hagan lejos de nuestra casa, ciudad y, por supuesto, país. Si tienen que tener derechos que sea en la distancia, en un lugar donde no nos quiten el puesto de trabajo, las ayudas sociales, la casa de protección oficial o, mucho peor, la plaza de guardería pública que necesito para mi bebé.

La nueva situación económica está destruyendo, a marchas forzadas, la nunca conseguida integración. El estado del bienestar, admitámoslo, ha explotado incluso antes de instaurarse, y se ha llevado por delante la idea de mundo perfecto que creíamos estar construyendo.

“Este no el momento de buscar culpables, sino soluciones”, esto parece que es lo que transmiten los políticos. Pero no hay que olvidarse de que SI hay culpables y de que SI hay responsabilidades que deben ser asumidas por distintas entidades u organismos. Y deben ser ellas quienes se encarguen de ofrecer las soluciones, una vez asumidas las culpas. Y cuando me refiero a ellas no me refiero al estado, bueno, no sólo al estado.

Mientras tanto, y sin muchas esperanzas de que esto suceda algún día, me pregunto ¿Qué podemos hacer nosotros para impedir que nos destruyan el sueño de un mundo mejor? La respuesta es clara, trabajar por un mundo mejor. Pero eso, efectivamente no es fácil cuando ves que alguien viene a tu país en busca de nuevas oportunidades para mejorar su vida. Esto no es fácil cuando alguien se te sienta al lado y te habla de un dios diferente, de una política diferente o viste una ropa diferente.

Un mundo mejor es posible. Pero también es duro de conseguir. La mezcolanza cultural real es posible. Pero hay mucho en lo que trabajar. Es innato en el ser humano ver lo extraño como una amenaza, sin esa cualidad posiblemente nuestra sociedad no hubiese evolucionado de la forma que lo ha hecho. Es innato para el ser humano el defender su territorio con garras y dientes, al igual que el resto de animales que pueblan el planeta. Es innato en el ser humano querer pertenecer a una cultura y la necesidad de defenderla. De hecho, es una de los necesidades primarias del ser humano, La Pertenencia. Partiendo de esta base, son comprensible las guerras, discusiones culturales y el rechazo a lo extraño. Son, más que comprensibles, INNATAS. Pero no nos olvidemos de que somos un animal con una capacidad cerebral superior al resto y que hemos sublimado multitud de respuestas innatas, porque no eran compatibles con el modelo de sociedad que pretendíamos construir. Así que, y puesto que el modelo inter-multi-cultural es utópicamente bello, quizá tendríamos que trabajar en ello. Intentar que sea posible. Luchar contra nosotros mismos.

Una posible solución puede ser tomar un frente común, de esta forma habrá algo grande que nos una. No importa de donde venga cada uno, que religión procese, de que color tenga el pelo, con quien se meta en una cama, todos, todos tenemos un enemigo común y bien definido. El depredador está ahí fuera, son esos entes que han destruido nuestros sueños, que nos vendieron un mundo mejor, que tomaron nuestro dinero para construirlo y que ahora quieren quitárnoslo para entregarle el caramelo a otros. Y no hay que olvidar que en este “primer mundo” la decisión de someternos la tomamos de una forma más o menos voluntaria. En los países actualmente en vías de desarrollo todo fue robado y domeñado a base de coacción y coerción sin límites.

En este punto, así están las cosas. La crispación se está adueñando de todo y aún queda más por venir sino enfocamos bien nuestros ojos y nos centramos en el verdadero enemigo, que no es el otro, el extraño, el ajeno. Esta unión, de carácter temporal, nos puede ayudar a probar cual es el significado de interculturalidad y saber como se siente.

Por este motivo debemos formar un todo, trabajar en los aspectos innatos que nos separan e intentar ser un núcleo formado, al igual que el de una partícula o célula, de muchas diferencias que unidas forman un todo funcional y, porque no, bello. Esto, por supuesto, no es fácil. Pero tampoco inalcanzable. Conseguir una Torre de Babel que, al contrario de la tradicional cristiana, se mantenga unida y en paz esta al alcance de nuestra mano. Así que, ¡tócala!

No dejemos que nos dividan y dominen con discursos basados en el miedo. Lo nuevo puede y debe ser mejor si se construye conjuntamente. La historia nos ha dado pruebas de ello, también de lo contrario sí, pero ahí están nuestros errores para aprender.

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